Mis cosas y yo tenemos una relación complicada, bueno, no es complicada, es bastante sencilla: si mis cosas son buenas conmigo, yo soy bueno con ellas y el amor y el cuidado están garantizados. Creamos un vínculo que en la mayoría de los casos ni tiempo ni las circunstancias disolverán, por ejemplo, mis discos, o mi primera batería (que aun conservo, aunque hace siglos que ni siquiera me acerco a ella). En fin, soy como cualquier hoarder . Me cuesta mucho trabajo desprenderme de las cosas que me han dado algo especial. Hace poco vendí mi Leica T. No tuve que hacerlo, pero la estaba usando poco y me pareció justo que luego de muchos hermosos momentos juntos, era tiempo de que fuera a otro hogar para ser protagonista de nuevas aventuras, en lugar de estar guardada en un cajón. Es una cámara hermosa, que me ayudó a documentar una buena parte del crecimiento de Pablito. Como cualquier objeto mágico, tiene su personalidad y sus pequeños quirks, pero definitivamente la adoré y espero ...