La peor parte de mi fin de semana / 3

La brisa fría que daba en mi espalda se empezaba a sentir tibia, era mi calor corporal, que trataba de contrarrestar el impetuoso clima. De pies a cabeza estaba hecho una sopa. Recordé que no había tenido tiempo de guardar el micrófono y solo había atinado a meterlo en la bolsa trasera de mi pantalón, mi absolutamente empapado pantalón. Al sacarlo pude sentir como mi ropa interior también estaba empapada. Me quité la gorra que traía puesta, y tras exprimirla volví a colocármela. Recordé que el día anterior había empacado un suéter extra para una ocasión como ésta: el recuerdo era vivido, claro como cristal austriaco: Ahí estaba yo, precavido como siempre, pensando “no te vaya a llover Juan, mejor vayamos prevenidos”, y al lado de un par de grandes bolsas de plástico, guardaba un suéter “como doblado por una mama” y lo introducía en el puto ditibag que estaba al lado de mi cama en mi casa, lejos, lejos, muy lejos del zócalo capitalino, y que no había podido llevar por que ya no lo podía cargar.
Apenas eran las 4:30 PM, y yo debía permanecer ahí hasta las 9 de la noche. Fue en ese preciso momento, cuando me dije a mi mismo: “a la goma, nada puede compensarme este suplicio”, y apenas se calmó la lluvia me dispuse a largarme de ese apestoso lugar. Recogí el estúpido tripie cacoso y la empapada maleta de cámara. Y agarré camino. El problema fue que de catedral no pasé. Madero estaba hasta su madre de gente, igual que 16 de septiembre y Guatemala. No podía ir a ningún lugar, estaba atrapado y sin posibilidad alguna de huir, pues los contingentes Pejistas seguían llegando al ya de por si atestado zócalo. Fue en este momento cuando sentí que de verdad me cargaba el payaso. Durante un par de segundos me imaginé abriéndome paso entre la multitud a punta de golpes de tripie y mentadas de madre, y así llegaba a eje central, donde tiraba todo el equipo al piso y lo pateaba hasta que se me secaban los tenis mojados de agua con caca. Luego tomaba un taxi, seco y calientito, que me llevaba hasta la puerta de mi casa, donde un delicioso pozole me esperaba. En estos bellos pensamientos estaba cuando la multitud me empezó a arrastrar de regreso a los baños portátiles “¡¡¡No manches, todo menos eso!!!!!” pensé yo, y como pude me escapé de la marabunta y encontré refugio cerca de templo mayor.
Resignado, no me quedó otra más que hacerme a la idea de que no podría salir de ahí hasta que el evento acabara. Así que saqué mi cámara, como pude sequé el micrófono y me dispuse a seguir con mis entrevistas. Alguien pasó cerca, le pedí que me dejara hacerle unas preguntas, accedió, lo acomodé, encuadré, expuse, conecté el micro, chequé el sonido y todo listo. Saqué del bolsillo de mi chaleco el cuestionario con las preguntas que debía elaborar tal y como habían sido redactadas, y Ohhh sorpresa..... la tinta se había escurrido con el agua... no tenia preguntas, sólo manchones en una hoja blanca... de puuuro churro, había traído una copia del cuestionario, que sabiamente había guardado junto a las cartas de “autoridades civiles y militares”... uffff la suerte había empezado a sonreírme.
Todo fluyó bien hasta que llegó la hora cuchicuchesca, la hora chinguengeunchona: el discurso del santo Peje... En el sonido local una voz anunciaba: “con ustedes Andrés Manuel etc...” Yo estaba a mitad de una entrevista, que sin mas corté, y me dispuse a ingresar a la plancha del zócalo pa´ grabar al buen Andy Panda. ¿ya les había comentado que había como 200,000 millones de individuos en ese lugar? ¿y que yo estaba en templo mayor? Todo esfuerzo fue inútil, lo más que pude acercarme fue a un ladito de catedral, donde estaban los baños apestosos. Y no veía nada más que bocinas. “pues bocinas serán” Me asomo por el viewfinder y el logo de batería baja me aparece. Saco de la maleta una batería fresca y la coloco....nada.... saco la otra batería y la coloco..... nada. Meto mi mano en el compartimiento donde guardo las baterías y me doy cuanta de que esta lleno de agua: Las baterías se mojaron y se descargaron... sin baterías no puedo grabar al peje... el llamado ha terminado... y esa, no fue la peor parte de mi fin de semana.

Sentado en una de las jardineras que están al lado de templo mayor escucho el discurso del Peje. Tengo la cabeza apoyada en las manos, y los codos sobre las piernas. Tengo frió, hambre y cansancio y estoy atrapado en el zócalo. Por fin el evento acaba, todo mundo luce eufórico, “¡¡ya tenemos presidente!!!” dicen, (supongo que antes solo había bacardi.... nunca vi a una multitud tan contenta por una bebida alcohólica, bueno, salvo los pascuales cuando les dieron ron en Venezuela. O cuando pidieron champaña en el ángelus, pero esa es otra historia). levanto mis cosas y como oveja del rebaño, sigo a la multitud hacia eje central, hacia la salida, hacia mi casa. Este llamado ha sido un fracaso, y es muy posible que no me lo paguen, así que toda esta joda será de gratis. Camino hasta el metro bellas artes, igual que todos, y trato de subir al metro, igual que todos, pero no puedo ni acercarme al anden, el metro esta retacado de gente que grita: “es un honor estar con Obrador”. No estoy de humor y me salgo. Camino hasta reforma donde deberé esperar una hora para poder abordar un taxi. Para ese punto mis billetes se han secado y el taxista me los recibe amablemente. Me siento derrotado, pero al menos un plato calientito de pozole me reconfortara un poco. Al entrar a mi casa veo en el comedor a mi primo Ricardito con su familia... ni siquiera tengo que asomarme a las ollas para entender que ya no hay pozole. Como sea, ni soy tan fan.
Me quito los tenis, los echo en una cubeta con jabón y subo a darme un baño. Por supuesto, no hay agua caliente. Como están lavando platos, el calentador esta apagado (Un asunto de presión según se). Me acuesto, por fin el día ha terminado, o al menos eso creo yo. A la mañana siguiente me entero de que uno de mis ex-alumnos de batería ha fallecido, no tendría mas de 21 años. Era amigo de los Lujambio y le habré dado unas 2 clases. Me parte el corazón saber que tras chocar en su auto, el chico tuvo una agonía larga en el hospital y al final no la libró. Leo a Pablito Lujambio triste por la perdida de su amigo, que desde luego tenía su edad e imagino a los padres del chico, mordiéndose el puño de dolor. Esto no se quita con agua y jabón, ni con una buena noche de sueño y ropa limpia. Trato de recordar que era lo que yo hacia a su edad... Estaba en la UAM... y pienso en todas las cosas, buenas y malas que me han pasado desde ese punto hasta hoy. Y me doy cuenta de que el chico no las vivirá... Esta es la peor parte de mi fin de semana.... Me siento tan pequeño... y tan agradecido por que sigo aquí...

Comentarios

Anónimo dijo…
Johnny: Muchas gracias... Le fuì cntando todas tus anecdotas a mis padres, esta ùltima leìda por completo, mi madre manda decirte (con làgrimas en los ojos) que te manda un abrazo y que eres admirable, por todo lo mal qe lo pasaste ese pinche fin de semana y por lo buen tipo que eres... Un fuerte abrazo de mi parte tambièn mi Johnny. Apenas he podido llorar desde que pasò lo de Salvador (y mir que soy lloròn), me acabas de dar un empujòn...

Pablo
alveitor dijo…
Eres un gran ser humano mi Juan, como dice mi madre, eres admirable. No solo has sido un excelente maestro de batería y un gran amigo, has sido un ejemplo a seguir. Gracias.
Anónimo dijo…
nunca me imagine que terminara asi tu fin de semana. que triste. como tu dices el dolor y la perdida no se quitan con nada, pero no tienes porque sentirte pequeno, sientete vivo, sientete contento y vive, vive, vive intensamente, no solo por tu alumno, sino por toda la gente que no tuvo esa oportunidad. disfruta, siente, sufre, vive, que cuando nos damos cuenta, la vida ya se fue. que triste que a esa familia le falte ahora una persona. les deseo con todas mis ganas que en lugar de dolor y tristeza, muy pronto puedan sentir solamente nostalgia y que recordar no sea una tortura, sino un alivio y un reencuentro con las cosas lindas del pasado y sus personajes. a la gente que se queda cuando los demas se van, solo nos queda una cosa, un compromiso: vivir y tratar de ser felices.
Kare dijo…
De veras que terminaba mal tu fin de semana! que tristeza que de esa forma uno tenga que caer en cuenta de las cosas... un abrazo

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