Sólo otro día...

Al calor del furor de lo que los doctores gringos han venido a bautizar como “ La epidemia de la gripa de la puerca”  vino a pasarme algo verdaderamente extraño: terminé en un hospital de beneficencia, y todo por culpa de mi santísima madre.
El asunto sucedió como sigue:
Estaba yo en mi casa, con mis provisiones listas y mis barricadas aseguradas contra el posible ataque de zombies infectados con influenza, cuando el teléfono sonó. Al otro lado mi madre me contaba cómo se le había hecho buena idea ir el día de la pandemia al Hospital de Nuestra Señora de La Luz a que le revisaran una catarata en el ojo derecho, esto a pesar de que ya tenia agendada una cita para ir con un oftalmólogo particular el sábado… en fin, la lógica de las madres es la cosa mas ilógica. Lo que no se le ocurrió a mi sabia progenitora fue que  tras los diversos estudios que le practicarían en la clínica, sus posibilidades de manejar de vuelta a casa eran del 0.00000000000002%, así que aquí estaba ahora tratando de arreglar su tarugada, poniendo a sus tres hijos en una situación imprevista y complicada. El hospital esta en la colonia San Rafael, mi hermano estaba en coyoacán y mi hermana en vallejo, ambos en labor de oficina. Yo me ofrecí a recogerla, pero todos dieron por hecho de que no había poder en el mundo que me hiciera manejar por Reforma y circuito interior a las 2 PM…. Digamos que los autos y Juan Evers son conceptos disonantes. Tras ofenderme por hacerme sentir como un lisiado los mandé a la goma y tome camino hacia el hospital. Lo primero que me inquietó fue ver taaaaaannnta gente con cubre-boca por la calle. Hasta los “viene-viene” usaban su mascarita. Me sentí 1) preocupado, 2) como moco en atole y 3) desnudo del cuello para arriba, pero hice caso omiso y me aproxime a la entrada del sanatorio. De inmediato en la entrada un policía me tacleó y me dijo que de ninguna manera podía ingresar a las instalaciones, ­–¿qué tienen en contra de los hombres guapos? – fue lo primero que pensé, y antes de que empezara yo a echar mi sermón de “mis impuestos pagan tu salario” el oficial me explico que debía usar un cubre-boca para ingresar a las instalaciones. –ahhhhh pues déme dos para llevar por favor –  le dije amablemente – No señor debe usted comprarlo en  alguna farmacia –  Oooooohhh crap! Yo que no como tortillas para no hacer fila. Maldita sea.
45 minutos y 12 farmacias después regresé al sanatorio, obviamente de muy buen humor y con una enorme sonrisa que desafortunadamente mi cubre-bocas ocultaba.
Para quien no conozca el Hospital de Nuestra Señora de La Luz, pues es básicamente un sitio de beneficencia que presta atención oftalmológica a gente de escasos recursos, se ofrece adaptación de lentes y  procesos quirúrgicos diversos. Desde las 5 de la mañana hay una enorme fila para pedir consulta y la gente viene de todas partes del país para ser atendida de manera gratuita… imaginen la central de abasto, pero con harta gente con parches en los ojos o lentes muy muy muy gruesos… y cubre-bocas.
– Esto es del tipo de cosas que un test de supervivencia contra ataque de zombies te diría que no hagas, pensé yo. Infectado por “la gripa de la cerda” en una clínica de los ojos...
Tras un par de horas en la sala de espera, (saltando cada vez que alguien estornudaba) por fin salio mi madre del consultorio con su ficha de cita para mas análisis para el día 14 de mayo. Y vino mi parte favorita del día: Manejar de vuelta a casa. La gente que me conoce sabe que soy ciego como un topo, pero definitivamente se la mato a alguien con cataratas. Para mi madre, su auto es como su cuarto hijo, y por ser el más pequeño es el consentido, así que ya se imaginaran todas la indicaciones que me soltó a manera de presa desbordándose. Afortunadamente a los pocos segundos de empezado el trayecto logre que enmudeciera de terror con mi reckless driving. Esos cursos de manejo vía cablevisión (O sea ver todos los capítulos de Top Gear) se han pagado solos.

Este video ya lo había subido, pero cada vez que manejo quien viaja conmigo se acuerda de él.
Y así estuvo mi día, ¿a ustedes que tal les fue?

Comentarios

LFP dijo…
Juanito, después de ver como por quinta vez el video y observar detenidamente Top Gear he llegado a la conclusión que tu problema radica en que estás viendo televisión británica. Tanto Hammond como Jarvis manejan de lado derecho. Ahora entiendo por que cuando entras al coche coreano de lado derecho tus manos automáticamente buscan un volante hasta que lo vez del lado izquierdo.
El asunto se arregla si te pones a ver Knigth Rider, Cupido Motorizado (el de Lohan por supuesto) y La Pesera del Amor. En menos delo que una policia saca su palm infraccionaria estarás manejando en occidente.
JL dijo…
Y lo malo no es el volante, sino que busca afanosamente una palanca de velocidades aun en coches automáticos...

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