Noches de edición

Recuerdo muchísimas noches en vela, editando en una destartalada moviola un terrible corto que dirigí llamado "El interminable submarino amarillo". Eso sucedió durante el segundo año de la carrera de cinematografía en el CUEC, un par de años antes de que llegaran los benditos AVIDs a la escuela y nos olvidáramos para bien de estar pegando nuestras películas con diurex cristal. Sin embargo, esta actividad sacrificada de estar cortando y pegando de manera física tu película tenia un encanto único, una sensación imposible de describir. La suma de tu esfuerzo tenia un olor, un tacto, una calidez, una presencia tangible que la era digital nos ha robado.
El espacio en el que se encontraban las moviolas prácticamente se mantenía sin cambio por casi 25 años, así que básicamente editabas en el mismo espacio en el que Cuarón, Marcovich y Lubezki habían editado sus cortitos de escuela. Todo tenia un aura medio mística (Eso estuvo medio mamón, pero así era. que quieren que les diga). Hay cientos de historias legendarias que los maestros compartían de lo que sucedía en esas moviolas, y su consejo era siempre que si había algo viscoso, mejor ni lo agarráramos....

Yo prefería el turno de la noche; poder disfrutar de la escuela vacía, en silencio, sin distracciones era glosioso. A las 4 am podías salir a sentarte en el techito de los cuartos de edición y disfrutar del fresco de la madrugada, tomando una Coca y escuchando el murmullo del agua llenar las cisternas vecinas. Cuando estábamos en periodos de evaluación, generalmente había mas de una persona editando de noche, así que las 4 am podía convertirse en un horario de platicas entrañables maravillosas.
Cuando no estaba cortando sonido generalmente oía música, mucha, mucha música. Cargaba con mi discman y unas bocinitas ridículas que no estaban tan peor. Esto fue mucho tiempo antes del Ipod, así que también debías cargar con tu altero de cds. Uno de los discos que mas escuche en esas interminables noches fue el Urban Hymns de The Verve. Lo dejaba en repeat y lo oía de principio a fin unas 4 o 5 veces por noche. Que buen disco... Ayer estaba viendo un concierto de teh verve y de inmediato me acordé de las noches cuequeras. Ambas cosas se han fundido en una sola. Ya le dedicare una entrada a tan buen y sabroso LP. Por el momento esta entrada ya se alargó
Esta es la película que editaba mientras oía ese disco... esta chafa, pero... pues ya la hice... y ni modo. Uno no puede ser P.T. Anderson desde el inicio.

Comentarios

Anónimo dijo…
Yo acabo de escuchar Bitter Sweet Synphony en VH1 Classics y como que me daba el patatus de ver el tiempo que había pasado.
Pero ya me recuperé. Sigo pensando que los programadores de VH1 Classics están exagerando.


LFP
Juan Evers dijo…
claro, 15 años es muy poco para considerar a una canción un clásico, deberian ser 25....

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