Juan Evers y la Yoga vol.- 1

Todo empezó conmigo queriendo tomar clases de Kung Fu.
«¿¡¡¡¡¡Tú!!!!? ¿clases de Kung Fu? Jajajajaja» dijo mi hermano Toño al tiempo que se reía a la Sean Connery, «Te van a poner tus madrazos» remató.
«¡Claro que no! puedo tomar sólo las clases teóricas y así como el acondicionamiento»
«¿Y cuando tengas combate, qué?»
«¿A poco es de a huevo?»
« ¡Pues a huevo!»
« ¡Claro que no!, seguro puedo no participar en el combate y ya...»
« Obvio no vas a poder saltártelo, es en combate donde te dan los grados»
« Pues tampoco es que esté buscando reconocimiento, lo quiero hacer sólo por el ejercicio»
« Pues que chafa, mejor búscate unas clases de aerobics»
« Podrías hacer Yoga» dijo la pioja con las mejores intenciones.
« Callate Pioja, eso no es ejercicio» dije yo en mi mas fluido Evers.
« Pues es cómo que más tu perfil» remató Toño sobandose su panza.
« Bueno... la verdad no es la mejor idea que me den karatazos en el rostro cuando es de eso de lo que vivo»
« En el Kung Fu no hay karatazos» dijo Toño «eso es del karate»
« Bueno, no quiero que me den kungfusazos en la cara»
« Tampoco se les dice así»
« ¿Entonces como se les dice?»
« No se, pero karatazos no, de eso estoy seguro»
« ¿Y tu de cuando a acá eres el martial arts expertise? el único combate que tienes al día es cuando te pones tus pantalones» mi hermano es un poco... digamos rellenito «El único deporte de contacto que practicas es el de tu trasero contra la silla de la compu, ¿y ahora me vas a salir bien señor miyagi y así...?»
« ¡Yo he hecho kenpo
« Ahhhhhhhhh, claro, tus clases de kenpo-mpo.... cómo olvidarlas...¿también tomaste clases de "De-Ken-Chon, qué no?»
« Huevos»
« Puedes hacer yoga» volvio a decir la pioja «Es buen ejercicio»
« Callate pioja eso no es ejercicio» repetí yo.
« No hay forma de que te saltes el combate, es parte de la disciplina» dijo Toño.
« No me vengas a decir eso de "no hay forma" yo aprobé clases en la universidad a las que ni siquiera asistí, para todo "hay forma"»
Aquí vale la pena hacer un pequeño paréntesis: No es que le saque a agarrarme a golpes con alguien más, el asunto es que con mis corneas tan adelgazadas por el queratocono, cualquier mal golpe podría hacerlas estallar, llenando la habitación de fuego y ondas de choque. No quiero que mi cabeza vuele en mil pedazos porque de vez en vez me gusta usarla, sobre todo para detener la diadema de los audífonos. Aparte, la verdad me gusta mi cara como está; lo ultimo que quiero es que algún oficinista con toneladas de ira reprimida, venga a dictaminar con un pie como va a lucir ahora mi nariz...  no es como mi estilo, ¿ok?. La discusión siguió un rato más en este tono, pero al final por alguna razón que no recuerdo (que seguramente habrá sido "porque lo digo yo"), la pioja me convenció de que le diera una oportunidad a la Yoga. Encontramos un gimnasio a unos 5 minutos de la casa, donde ofrecían la primera clase de Yoga gratis; absolutamente conveniente: si no te gusta lo mandas a la goma y no pierdes el dinero de la  inscripción ni nada.
Llegamos a la clase de la noche y de entrada hubo algo que no me latió: el gimnasio estaba ubicado justo encima de un restaurante de garnachas así que todo el lugar olía a  chorizo y manteca, mezclado un poco con sudor y patas. Supongo que la estrategia del restaurante es "Quémelo y luego venga a comérselo de nuevo".
Las clases se dan en el ultimo piso del gimnasio, un salón en el que también parece que se dan clases de  zumba, pilates, box, punto de cruz,  kickboxing y mampostería. Esto lo deduzco por todos los utensilios que veo regados por todos lados. El salón es grande y asimétrico, 2 paredes están cubiertas por espejo para que te veas ejercitando, otra es una ventana grande que da a una avenida con harto transito y la pared más pequeña sólo es una puerta que te lleva a un baño con regaderas unisex en desuso. La clase anterior aun no acaba asi que la pioja y yo nos sentamos a verla: es de "gluteo y abdomen" le dicen. Las asistentes han hecho muy poco de uno y mucho del otro... algo debe haber mal con la distribución del plan de trabajo.
Ya hay algunas señoras listas para la clase de yoga... puras señoras... y una chava como de 26 años,  eso es todo. Soy el único hombre en el salón. «Esto no pinta nada bien» pienso yo.
Es evidente que las señoras son habituales de la clase porque todas se conocen y platican animadamente entre sí, y porque me miran como el intruso, como el negrito en el arroz. Yo medio las ignoro al tiempo que compruebo lo inefectivo que ha sido para estas señoras la yoga como una disciplina deportiva para ponerse en forma: Soy por mucho la persona más delgada del salón, y yo jamas pienso en mi como alguien delgado. ¡Esto es bueno para la autoestima!
Y entonces entra la instructora.... madre de dios....
CONTINUARÁ....

Comentarios

Anónimo dijo…
...Ahhhhh esa manía de los guionistas del suspenso para el siguiente episodio...esperemos la continuación no tarde en llegar ... saludos desde Qro. Lex

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