Esa vez que fuí albañil; parte 1

Cuando tenia 6 años decidí que no quería ir más a la escuela.
Mi mamá, como cada mañana fue a despertarme y yo simplemente no me levanté. Le dije claramente que no tenia ninguna intención de asistir a la escuela y que me iba a quedar en la cama. Ella trató de razonar conmigo, pero al enfrentar la absurda tarea de ponerse a discutir con un infante necio de 6 años, simplemente me dejó dormir y se fue a llevar a mi hermana a la primaria.
Entre mis colchas calientas pensaba yo, un tanto sorprendido, lo fácil que había resultado saltarse la monserga de ir a la escuela. ¡De haberlo sabido lo hubiera hecho desde el jardín de niños!, pensé yo.
Poca idea tenia de lo que mi mamá me tenía preparado.
La escuela a la que íbamos mi hermana y yo estaba a 2 calles de la casa, así que el camino no era largo y mi madre regresó en un santiamén. Se oyó la puerta de la entrada y luego la de la sala, pero en cuanto escuché los broches de la caja de herramientas supe que habría problemas.
Ya era demasiado tarde para huir por la ventana, aparte, conchudo como soy, no estaba dispuesto a dejar  el confort de mi calientita cama por el frío de la calle y una huida sin éxito garantizado. Como todo un hombre opté por permanecer debajo de las sabanas y hacerme el dormido.
En la caja de herramientas se guardaba el gigantesco cinturón de piel no tratada y ojales de metal que tantos buenos ratos le dio a mi hermana cuando reprobó el tercer grado, asi que yo sólo podía asumir que ahora a mi me aplicarían dicho tratamiento, así que cuando oí la puerta de mi cuarto sólo cerré los ojos y apreté los dientes.... pero no hubo golpes. Abrí el ojo y vi a mi madre cargando un serrucho viejo y un martillo todo madreado, lleno de cinta de aislar en el mango.
"¡Orale!, se va a poner medieval conmigo" fue lo que pensé, o el equivalente a lo diría un niño de 6 años en los ochentas al ver a su mamá entrar a su cuarto con un serrucho en la mano.
"¿No quieres ir a la escuela? ¡Esta bueno!, ¿quieres ser un albañil entonces?, pues vele empezando.... párate y vístete pero ya... y agarra tus chunches" y dejó el martillo y el serrucho en el piso.
Seguro están ustedes familiarizados con esta practica cotidiana de los padres de "A ver quien se raja primero" como cuando dicen "si te sigues portando mal te voy a regalar al señor que esta ahí" y ese tipo de payasadas.... bueno, yo desde muy temprano en mi vida entendí que esa practica era sólo un ardid y que en realidad jamás me iban a regalar al señor en cuestión, por lo que educarme siempre fue más complicado y demandaba practicas... digamos poco ortodoxas. Así que cuando mi mamá amenazó con que me iba a poner a trabaja de albañil definitivamente quería ver quien se iba a rajar primero. Me levanté, me vestí, tome mi martillo y mi serrucho y le dije "Órale, ¿ a dónde vamos?".
MI mamá me sacó de la casa sin desayunar ni nada, me subió al auto y me llevó a una construcción que estaba pasando del espejo de los lirios. Vivíamos en Cuautitlán Izcalli, que era básicamente un suburbio en pleno crecimiento, así que lo que sobraba eran obras en construcción donde dejar a niños que estaban hartos del sistema educativo nacional.
En la construcción, mi mamá preguntó por el encargado y platicó un momento con él. De vez en vez ambos me volteaban a ver. Yo esperaba cerca del auto cargando mi martillo y mi serrucho mientras me sacaba un moco y lo pegaba en la moldura de nuestro datsun ´72, ansioso de que todo este asunto terminara y pudiera yo regresar a la casa para hacer absolutamente nada. Hasta ese momento jamás había faltado a la escuela, así que el simple hecho de estar en la calle un día de clases era un tanto irreal, el ruido era distinto, callado, el movimiento era como más lento.  Esto de no ir a la escuela era la onda.
Unos minutos después mi mamá se acercó con el arquitecto encargado de la construcción, nos presentó, tomó el martillo y el serrucho, se subió al auto y se fue. Yo me quedé ahí parado, con el dedo indice medio pegostioso por el moquito y tratando de entender exactamente que había pasado. El arquitecto me volteó a ver y amablemente me dijo: "debiste traer una gorra, guerito, te vas a chamuscar todo con el sol"
El auto de mi madre se iba haciendo mas chiquito mientras bajaba por la avenida. Supongo que en ese momento se me ocurrió la idea de que tal vez mi mamá no regresaría, y que en esta entrega de "quien se raja primero" me había tocado la peor parte....

CONTINUARA....

Comentarios

Vangeln dijo…
Wow, las mamás aveces tienen que sacar esas puntadas para poder controlar a esos engendros conocidos como niños. Y la continuación? Fue una buena experiencia? Sí te dio una lección el sol? Yo mas probablemente me la hubiera pasado llorando.
Juan Evers dijo…
ya viene la continuación!
gracias por pasar!

Entradas más populares de este blog

Los hombres somos idiotas

Pues siempre no....