El regreso a California.- San Francisco 2



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La Pioja decide que quiere hacer el recorrido turístico del Golden Gate en bici. Yo todavía tengo fresco en mi memoria el recuerdo de ella echando el cuajo en las subiditas de C.U. pero como valoro mi dentadura, prefiero decir que es una idea sensacional. Honestamente me parece una idea sensacional, sólo que creo que la pioja no lo va a disfrutar tanto.
La noche anterior al paseo, Biovo y Martita, nuestros anfitriones, nos dan el propedéutico turístico para visitar la ciudad sin contratiempos. Una cosa Super Pro: Lo tienen todo muy planchado de que lo han hecho infinidad de veces. Tienen hasta brochures, y tablas de gráficos de flujo de trafico y playeras iguales que dicen "TOURIST INSTRUCTOR"... bueno, no, no tienen playeras, pero si tienen muy buenos tips y una enorme generosidad. Nos explican todo sobre rutas de autobús, números, nombres, tarifas, prepagos y horarios. En general es una platica nutrida de información practica y muy útil.
Obviamente a la mañana siguiente, la Pioja y yo no recordamos ni siquiera del nombre de la calle por la que debemos bajar a Fisherman´s warf, mucho menos el numero del autobús.
Siguiendo el mapa que nos proporcionan en el propedéutico, llegamos a market street y ahí tomamos la linea F, que son unos trolebuses rehabilitados que deben ser de la misma época que los que recorren el eje central aquí en DF. Lo que acá es normal, en San Francisco es Vintage.


Recorremos la ciudad en el trole, y pasamos por lugares bastante siniestros. Imaginen el centro del DF, onda Victoria o Donceles, pero con narcomenudistas haciendo sus business a plena luz del día y junkies drogandose al fondo del autobús, Osea exactamente igual que el centro del DF. Bueno, no igual... En San Francisco, hobos y hipsters lucen muy similares, todos guapos, bien nutridos y mal vestidos. Sólo hay dos diferencias: unos tienen los dientes podridos y los otros el indispensable perrito hipster, que es como el accesorio indispensable para esos que dicen que cambian al mundo desde la comodidad de su twitter. 
Llegamos al muelle 39 que es como el Olimpo de los turistas: Pura chuchería, recuerdito y harto europeo. Como entendemos que es mala idea comprar ahora los recuerdos del viaje porque habría que cargarlos el resto del día, acordamos regresar una vez que terminemos el paseo. Sólo compramos unos lentes oscuros para mí, ya que mis lentes de contacto me están dando problemas... algún conflicto con el cambio de jabón, supongo.
Caminamos al lugar donde rentaremos las bicis para el paseo. En el mostrador atiende una chica guapísima, onda modelos rusa. Por su gruesísimo acento descubrimos que efectivamente es rusa, y que a su inglés no se le entiende un cacahuate, pero como es muy amable, preferimos no contrariarla con insignificancias como "no te entiendo una chingada, güerita linda". 
De todo lo que nos dice yo sólo medio entiendo cuatro cosas: 
1.- Algo sobre rentar la bicis por hora o por día. Decidimos pagar todo el día.
2.- El ultimo ferry de Sausalito sale a las 6:30, así que llegando hay que reservar un lugar, porque de lo contrario nos vamos a quedar atorados ahí.
3.- Algo sobre unas fichas blancas que nos quiere vender y que obviamente no le compramos.
4.- Si tomamos el ferry de las 6:30 tenemos que entregar las bicis en otra sucursal del negocio, porque a esa hora ya están cerrados.

El recorrido que haremos será por la costa, hasta subir al Golden Gate, para luego cruzar el puente por su ciclopista y bajar para llegar a Sausalito, que es un pueblito que está al otro lado de la bahía. Son 9 millas... no suena tanto.
Un australiano nos ajusta las bicis; Aunque su acento es marcado podemos entender todas su indicaciones: La pista es estrecha, así que si queremos sacar fotos en el Golden Gate debemos hacerlo en las rest areas, y por ningún motivo debemos estorbar la circulación. Si andamos con las bicis en un área no designada, la policía nos va a detener y nos van a multar. (Oh shit, ¿cuál es el área designada...?)
Hacemos el paseo y casi todo sucede sin contratiempos. La costa es bella, el paisaje maravilloso y los automovilistas respetuosos. Pasamos por la fabrica de chocolates Ghirardelli, pero a esa hora no hay tours, así que nos aplican la universal señal de "¿Ya se va?". 
La ruta tiene muchas subidas pronunciadas en las que La Pioja echa el cuajo severamente, así que hay que hacer el recorrido con harta escala... Pagar la bici por todo el día no fue mala idea.
Según se acerca la tarde, la niebla va bajando y se vuelve densa. Para cuando estamos cruzando el Golden Gate la visibilidad es prácticamente nula, como andar con los ojos cerrados. Si algo viene de frente hacia ti, no te enteraras hasta que choques en él. Lo lógico es hacer sonar la campanita de la bici para que la gente que se acerca en sentido contrario por lo menos te oiga venir. De inmediato descubro que tocar "Funky Town" en la chicharra de mi bici durante el camino de subida fue mala idea: Un resorte se ha zafado y ahora no sirve de nada. Me resigno y sigo adelante.
Todo es como un sueño: la enorme estructura del puente, su altura, su típico color rojo oxido, el aire frío golpeando mientras pedaleamos, el sabor de la niebla que se va metiendo en la boca, el sonido de los autos cruzando el puente, y el murmullo del agua abajo en la bahía. es una experiencia increíble.


Finalmente cruzamos el puente y llegamos al otro lado de la bahía. Nos dicen que hay un mirador desde donde se ve el Golden Gate en todo su esplendor. Gracias a la niebla, esto es lo que podemos ver:


Golden Gate 720 from PFR on Vimeo.

CONTINUARÁ.

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