El viaje a California.- Por fin el Golden Gate

Un gran amigo de juventud, cuyo nombre no revelaré para no quemarlo con sus papás (Jesús Zárate) decidió un buen día "hacer puente". 
Para los que no entienden ahora explico: "Hacer puente" es básicamente faltar a la escuela el lunes para tener un fin de semana largo. Hay gente muy ducha que a veces inicia el puente desde el viernes, lo que le da 4 días libres, aunque no es tan gratificante, porque el viernes ya tiene ese feel como de fin de semana. Si quieres hacerlo como un Pro, faltas lunes y martes. A veces añades el miércoles, pero sólo si ese día tienes deportes o laboratorio, o es cuando toca "métodos y técnicas de investigación" que es esa materia en la que la maestra sólo se la pasa poniendo malas película o te deja estudiar para las demás clases. Los jueves generalmente no pasa mucho así que una que otra vez es bueno incluirlos. Total, si te sabes administrar, acabas con un "Súper Puente", onda semana santa, sólo que en octubre.
Mi amigo Jesús decidió llevar las cosas más allá, extender su proeza a longitudes inusitadas: Jesús mantuvo su puente durante 2 años. ¡2 años! 4 semestres de increíble prestidigitación logística y temporal.
A lo largo de dos años, los papás de Chucho pensaban que él estaba estudiando álgebra cuando en realidad lo que hacia era memorizar las rutinas de Paco Stanley o los chistes de Polo-Polo.
Cuando hacíamos referencia al puente de Jesús, no aludíamos a uno de esos puentecitos todos famélicos de la carretera Mexico-Tepoztlan. Cuando hablabamos de Jesús, hablabamos del Golden Gate.
De hecho, se volvio su rolling gag: Jesús - la escuela - el Golden Gate. Automático. Lo mencionamos taaaantas veces, que esos conceptos quedaron unidos para siempre. Y a èsar de que lo mencionabamos todo el tiempo, nunca se me ocurrió que algún día yo tendría la oportunidad de conocer el Golden Gate original... jamás.
Y entonces llegamos a San Francisco, año 2013: Juan Evers cruzando el Golden Gate en bici, cual hipster de a devis: Lo toqué, lo sentí, lo pise, pero no lo vi por la niebla.
3 de 4, no esta nada mal.
Obvio me acordé del buen Chuchito y en su honor me quité el casco sobre el puente, pero sólo tantito porque estaba muy despeinado y así no sale uno bien en las fotos.
Al día siguiente, los Biovos nos dieron un paseo nocturno por la ciudad para visitar lo que nos había faltado: Lombard Street, la Coil Tower, Mission street y demás etcéteras, llegamos al Palace of fine arts justo cuando el sol se estaba poniendo. A lo lejos, sobre la bahia, el cielo despejado dejaba que las luces del Golden Gate nos llenaran las pupilas. Dejé a todos hablando solos, corrí a la playa y con mi cámara grabé esto:


SF night720 from PFR on Vimeo.

Ahora si sentía que el viaje estaba completo.
Luego de eso, comimos Crab Cakes y Clam Chowder en un lugar muy chiquitito pero bien coquetón. La pioja y yo no somos mucho de mariscos, pero todo estaba bastante sabrosón, y daban chupitines con la comida, así que era como agarrar la borrachera elegante con rollito de langosta.


Saliendo de cenar pasamos al Dolores Park, el aire frío y la noche ya nublada fueron una despedida perfecta y hermosa de San Francisco. Al lado de donde estábamos había unos pandilleritos; Ya saben, negros como la noche y de 2 metros de alto cada uno. Se veían medio amenazantes, pero ni nos pelaron y se la pasaron hablando sobre apple pays del Mcdonalds. Todo como sacado de alguna de las primeras 3 películas de Tarantino:

dolores720 from PFR on Vimeo.

A la mañana siguiente abordamos el Halcón Bicentenario y nos despedimos de la ciudad. El trafico de salida va por la parte de abajo del puente de Oakland, así que dejar la ciudad no es ni siquiera una fracción de lo espectacular que es llegar. Es el problema con los puentes, sirven para llegar, pero también para irse.


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