Hasta nunca latoso diente

Mi relación con los dentistas se centra en una dinámica constante: ellos quieren mi dinero y yo quiero mantenerme lo más alejado posible de sus instrumentos ruidosos, sus sillones incómodos y sus tenebrosos sacababas.
La ultima novedad es un molar que me ha dado lata desde hace años: primero le pusieron amalgama, (que duró como 15 años),  luego le pusieron una resina muy coqueta, (que duró 1) luego cambiaron la resina por una amalgama, que luego retiraron para hacer endodoncia, luego amalgama de nuevo, hasta que por fin el latoso molar se ha acomodado vistiendo una coqueta servilleta regio, en la mesa de mi comedor.
Resulta que el condenado diente estaba fracturado, aparentemente siempre lo estuvo y por eso no me dejaba de doler.

En los rayos X no se veía la fractura, porque la muy jija estaba bien escondida al lado del diente vecino.
Ahora tengo un agujero gigante en mi lado favorito de la boca (el izquierdo) que es donde saboreo mejor el chocolate.
Debo decidir si quiero un injerto de hueso donde está ese agujero, para que en un futuro me pongan una muela mas joven y bella. Pero no estoy seguro, se siente como si le estuviera siendo infiel a mi dentadura.
Supongo que la vida es una competencia, en la que gana el que llega con mas dientes al final. O no lo es y simplemente vamos dejando cosas atrás mientras crecemos, cosas que se aferran con sangre, nervios y raíces, pero que como todo, al final de un jalón salen, pero dejan un agujerote, que tú decides si llenar o no. Esto suena profundo, pero sólo es sobre dientes.


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